Cualquier actividad que se desarrolle en plena naturaleza comprende un sinfín de factores y realidades que van mucho más allá del sencillo deporte que practiquemos.
Los escenarios cambiantes, las emociones y pensamientos que estos provocan, las infinitas posibilidades y el absoluto contacto con la naturaleza, nos ofrecen un mundo de interacciones mucho más amplio en el que desarrollarnos y poder disfrutar de nuestras experiencias en muchos más niveles.
Tener la oportunidad de estar, sentir y recorrer lugares donde no existen aceras sino caminos, es un privilegio hoy en día, y para muchos, una necesidad.
La práctica de actividades en el medio natural como hemos dicho, contiene muchos más ingredientes a parte del esfuerzo físico. Pero la importancia de entender, comprender y conocer el medio en el que nos encontramos parece ser que no se practica ni se respeta en numerosas ocasiones.
El respeto por el medio ambiente es crucial en cualquier tipo de actividad: intentar ser lo menos invasivos con todo aquello que nos rodea, dejar el espacio mejor de como lo hemos encontrado, respetar y cuidar el medio que nos abraza para no perjudicarlo,…
En la práctica del barranquismo ocurre lo mismo. Nosotros como guías de barrancos, sabemos que nuestra actividad es exigente, con nosotros y con ellos. Intentamos hacerla lo menos invasiva porque es el barranco quien nos da trabajo y no al revés.
Un barranco no es solo un «parque de atracciones» de la naturaleza, es mucho más. Es un lugar para conocer, para admirar y explorar. Para relacionarse con su fauna y flora, para aprender de las situaciones que nos enfrente, para superar miedos, para cuidar, respetar y conservar.
Cada vez que salgamos a practicar actividad al monte, por encima de todo: «respetar y disfrutar».
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